martes, 10 de septiembre de 2013

situacion



La situación cultural y educativa de la población española, al inicio del siglo XX, era
desoladora: un 40 % eran analfabetos totales y la actividad política y social había propiciado
una muy extendida aculturización de las grandes masas de población

La Segunda República continúa esta dedicación al libro, a la lectura y a las bibliotecas,
y los gestores y fundadores de la República van a estar muy imbuidos por la Institución
Libre de Enseñanza y la
Junta de Ampliación de Estudios
. Este nuevo periodo ha sido
denominado como el nuevo Siglo de Oro del Arte, del Pensamiento y de la Cultura Española,
lo que se vio refrendado por una política bibliotecaria de gran alcance y el intento de creación
de un sistema de bibliotecas

Con la llegada de la Segunda República se produce, de forma institucional, un
intento de cambio muy notable en muchos ámbitos de la realidad; uno de ellos va a ser la
cultura, apoyada con una nueva concepción del libro y de las bibliotecas. Se va a articular
con una fuerte extensión de las bibliotecas, creándose un incipiente sistema auspiciado
por los numerosos intelectuales, científicos, pensadores y artistas que durante este periodo
destacaron por su actividad. La Segunda República construyó un número muy elevado de
escuelas y de bibliotecas, pues la política bibliotecaria republicana estuvo muy centrada en
servir a la causa de la cultura de las masas, además de la cultura de élite y profesional,
e incluso los intelectuales se sintieron comprometidos política y culturalmente con los
proyectos republicanos.
Se creó el
Patronato de las Misiones Pedagógicas

a presencia de autores de tres continentes refleja el interés por dar a conocer la literatura universal desde la Antigüedad - (Homero, Sófocles, Lucio Apuleyo, por ejemplo), la Edad Media (el infante Don Juan Manuel), el Humanismo (Dante Alighieri), etc. - hasta la edad Contemporánea. Entre la literatura internacional, abundan los autores europeos. Así la literatura rusa de la segunda mitad del siglo XIX quedó representada con la elección de las obras de Leónidas Nikolaevhic Andreiev (1871-1919), Feodor Mijailovich Dostoievski (1821-1881) y León Tolstoi (1828-1910). Amplia presencia en todos los lotes tuvieron también los escritores franceses de los siglos XVIII y XIX con Gustavo Flaubert (1784-1846), Honoré de Balzac (1799-1850), Anatole France (1844-1924), J. W. Goethe (1749-1832), Victor Hugo (1802-1885), Stendhal, (1783-1842), Julio Verne (1828-109), Daudet, Molière, Chateaubriand, etc. Los clásicos de la literatura británica estuvieron representados en las obras de Daniel Defoe (1660-1731, Robinsón Crusoe); Dickens (1812-1870) y los escoceses Sir Walter Scott (1771-1832 Ivanhoe), Robert Louis Stevenson (1850-894, La isla del tesoro) y Sir James Matthew Barrie (1860-1937 Peter Pan y Wendy), así como por Rudyart Kipling (1865-1936, El libro de las tierras vírgenes), premio Nobel en 1907. Entre los autores alemanes figuraron, en el campo del teatro, Schiller (1759-1805) y en el campo filosófico, Federico Engels (1820-1895). No faltó la literatura portuguesa al incluirse la obra de Luis Vaz de Camoens (1524-1580, Los lusiadas), ni la noruega con la obra dramática de Henrik Ibsen (1828-1906).
La literatura americana llegó a través de la estadounidense Harriet Beecher (1811-1896 La cabaña del tío Tom) y sus compatriotas Washington Irving (1783-1859, Cuentos de la Alambra) y Edgar Allan Poe (1809-1849, Aventuras de Gordon Pym). Iberoamérica estuvo representada por los argentinos José Hernández (1834-1886 El gaucho Martín Fierro) y Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888, Facundo). También la literatura hindú llegó a las bibliotecas escolares a través de varias obras del poeta, filósofo y educador Rabindranaz Tagore, (1861-1941).
En cuanto a la literatura española hemos constatado la presencia de obras y autores no sólo muy variados sino también representativos de distintos estilos y momentos históricos: El conde Lucanor, del infante Don Juan Manuel; la Celestina de Fernando de Rojas (1465-1541); la novela picaresca de Francisco de Quevedo (1580-1645); el teatro de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) y de Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648); El moro expósito de Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, (1791-1865); Artículos de costumbres de Larra, (1809-1837); la poesía de José de Espronceda (1808-1842) y de Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) o de Manuel Altolaguirre (1906-1959); las novelas de Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), Pío Baroja (1872-1956), José Mª de Pereda (1833-1906), Benito Pérez Galdós, (1843-1920), Gabriel Miró (1879-1930), Emilia Pardo Bazán (1851-1921), trabajos de Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912)… También se incluyeron obras de autores entonces vivos como Pérez de Ayala (1880-1962), José Martínez Ruiz (Azorín, 1873-1967), Juan Ramón Jiménez (1881-1958), Ramón Menéndez Pidal (1869-1968), José Ortega y Gasset (1883-1955),